¿Sal y azúcar en lactantes? Razones por las que tu bebé no debe consumirlos

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La educación nutricional que tengan nuestros hijos dependerá en su totalidad de la relación que hagamos que desarrolle con la comida. Es por ello que debemos tomar consciencia de qué es lo que damos en cada comida a nuestro bebé.  

EL comienzo de la alimentación complementaria es uno de los momentos cruciales en el desarrollo del bebé. Con la llegada de este momento, son muchos los padres que se cuestionan ¿Cuándo pueden empezar a introducir sal y azúcar en los lactantes? O, ¿Cuánta cantidad de sal y azúcar pueden tomar? 

En este artículo queremos hablaros de por qué debemos evitar desde la primera infancia incluir aditivos como la sal y el azúcar.

Sal en los lactantes.

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Cada día son más los estudios que confirman que el primer año de vida del bebé es vital para su desarrollo y para el resto de su vida, pues se ha comprobado que los patrones alimenticios que llevan nuestros hijos persisten a nivel cerebral durante bastante tiempo. De ahí, la importancia de incorporar buenos hábitos desde el inicio ya que esto sienta las bases para que tengan una alimentación saludable en la edad adulta.

Siendo el sodio un mineral esencial en el organismo, sabemos que un exceso del mismo puede tener efectos perjudiciales en la salud a medio y largo plazo, ya que una dieta baja en sal en los lactantes prevendrá que en edad adulta puedan sufrir determinadas patologías cardiovasculares.

A la hora de introducir la alimentación complementaria debemos comprobar el etiquetado de todos los productos que damos a nuestro bebé, incluida el agua, ya que se recomienda agua baja en sodio.

El cuerpo del bebé recibe el sodio por los alimentos y su absorción tiene lugar en el intestino delgado. Esto permite a los osmorreceptores del hipotálamo inducir la sensación de sed, si la concentración de sodio está elevada, en relación al agua en el organismo, produciendo de este modo la liberación de la vasopresina (hormona) que contribuye a la eliminación de líquido en la orina, regulando de este modo la concentración de sodio en el organismo.

Debido a que el sistema renal de un lactante presenta inmadurez a la hora de procesar cantidades de sodio, está totalmente desaconsejado incorporar sal en su alimentación. 

Por ello, a la hora de introducir la alimentación complementaria debemos comprobar el etiquetado de todos los productos que damos a nuestro bebé, incluida el agua, ya que se recomienda agua baja en sodio. Además, los alimentos que debe tomar el lactante deben ser lo más naturales posibles, sin sal añadida y sin conservantes. 

Además esto conlleva que desarrollen un paladar con menor apetencia por la sal que, por supuesto, tendrá repercusiones positivas en su vida adulta.

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Por tanto, debido a la inmadurez del sistema renal de los bebés y por los efectos negativos que pueda tener en su salud a largo plazo, no se recomienda la incorporación de sal.

Muchos padres tienen dudas con respecto a si el bebé encontrará agradable al sabor los alimentos en los que no están presentes el azúcar, ni la sal. A este respecto, cabe mencionar  que el bebé desarrolla sus papilas gustativas entre los 6 y 24 meses de edad, por tanto de lo que se trata es de que tenga hábitos saludables y que los protagonistas sean los alimentos más naturales posibles y sin añadidos, pues son poco el valor nutricional que aportan y numerosos los efectos que producen a corto y a largo plazo.  Además, tu bebé no reconoce el sabor salado, pues la leche materna y/o las leches de fórmula, aun en ausencia de azúcares añadidos, presentan un sabor dulce.

Entre los seis y doce meses de edad está totalmente desaconsejado el uso de sal por las razones comentadas anteriormente. A partir de los 12 meses podrías introducir pequeñas cantidades de sal, si empiezan a formar parte de algunas de nuestras comidas, pero debemos tratar de respetar esta premisa. Puedes usar otros aromáticos como el zumo de limón o algunas hierbas secas, será un hábito del que se beneficie toda la familia. 

Azúcar en los lactantes

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Otro de los grandes ingredientes que genera numerosas cuestiones y es fruto de numerosas tradiciones para “acallar” a los bebés, es el azúcar. De igual modo que con la sal, son muchos los padres que se plantean la duda de cuándo introducir azúcar en la alimentación de sus hijos.

Es cierto que, a diferencia de la sal cuyos efectos negativos se ven más a largo plazo, en el caso del consumo excesivo de azúcar, se presentan de una forma más temprana.

El azúcar es una de las fuentes de calorías vacías y de inexistente aporte valor nutricional. Si bien es cierto que los hidratos de carbono, comúnmente conocidos como azúcares, proporcionan energía en el organismo y sobre todo a nivel cerebral y es por ello que, su aporte en la dieta resulta necesario, debemos vigilar la fuente de procedencia de los mismos.

Una vez los hidratos de carbono alcanzan el tracto digestivo, estos se dividen en unidades más sencillas, que presentan una mejor asimilación celular. Aquellos hidratos de carbono más simples, como es el azúcar, pasan de manera directa al torrente sanguíneo, produciendo así una elevación de los niveles de glucosa en sangre de forma rápida. Cuando se produce un exceso en la cuantía de la ingesta de azúcares, se producen ciertos trastornos en el funcionamiento normal del páncreas, órgano encargado de la producción de insulina, pudiendo aparecer en el bebé ciertas enfermedades metabólicas como la diabetes.

Además, un consumo por encima de lo necesario, conlleva una acumulación en el organismo que será traducido a grasa con la ayuda del hígado, lo que puede provocar efectos negativos en su salud.

A su vez, el consumo de azúcar también tiene efectos nocivos en la cavidad oral de tu bebé, puesto que en torno a los 20 minutos de exposición al azúcar, se produce un ataque directo en las capas del esmalte dental, que puede provocar efectos irreversibles como lo es la aparición de la caries, causada por el efecto del pH ácido presente en la saliva en conjunción con estos alimentos, o bien por la presencia de ciertas especies bacterianas como el Streptococcus mutans. 

Adicionalmente, el consumo de azúcar está relacionado también con la debilitación del sistema inmune del bebé, ya que puede producir alteraciones en la microbiota intestinal, que es uno de los pilares fundamentales del sistema inmune. 

Debemos tener en cuenta que el azúcar ya se encuentra de manera natural en múltiples alimentos como son las frutas, por tanto, no es necesaria la ingesta adicional de la misma en la dieta de nuestro bebé, pues como veis son numerosos los efectos perjudiciales que trae consigo su consumo.

Desde Bionubén os recomendamos siempre leer las etiquetas de los productos para aseguraros que no contienen ni sal, ni azúcar, ni derivados de los mismos.

 

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