Trastornos digestivos del lactante. Cómo reconocerlos y prevenirlos.
Los trastornos digestivos menores del lactante, son todos aquellos problemas que surgen durante los primeros meses de vida del bebé y reciben esta denominación de “menores” debido a que no transcurren con gravedad y mejoran con el paso de los meses.
Aproximadamente, el 50% de los recién nacidos padecen estos trastornos y, en la mayoría de los casos, se deben a la propia inmadurez de su sistema digestivo.
Pese a ello, estas dolencias son motivo de preocupación en los padres por el malestar que ocasionan al bebé, porque no saben si están realizando adecuadamente el cuidado del lactante y porque, en muchas ocasiones, los padres no saben distinguir si son este tipo de dolencias menores o es algo más grave.
Por norma general, suelen desaparecer a medida que el bebé va madurando o cuando se realizan determinados cambios en sus hábitos alimenticios, pero es importante conocerlos para poder actuar cuando corresponda y que no interfieran en su desarrollo y bienestar.
Por ello, en este artículo os contamos cuáles son los trastornos digestivos más habituales, como reconocerlos y cómo actuar en cada caso.
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Regurgitaciones
Se entiende por regurgitación, la expulsión por la boca de la leche que refluye desde el estómago. A diferencia del vómito, esta no se sucede con esfuerzo y tampoco está asociada a un malestar claro. Suele aparecer durante o poco después de finalizar la toma, aunque en algunas ocasiones puede transcurrir más tiempo. En estos casos suele guardar relación con el cambio de postura o el movimiento del bebé.
Este reflujo fisiológico es causado, como mencionábamos al principio, por la inmadurez de la unión entre el esófago y el estómago. Esta unión está dotada de un mecanismo que, en condiciones normales, no permite el retorno del contenido del estómago hacia el esófago. En muchos lactantes este mecanismo no está aún bien desarrollado y por eso permite el reflujo.
En función de la distancia en el tiempo que guarde el episodio con la toma, el aspecto del contenido expulsado por el bebé será diferente, ya que la leche estará más o menos digerida.
Cabe destacar que estos episodios son normales, la mayoría de los recién nacidos los padecen y salvo que estos repercutan en una disminución del peso y otras molestias asociadas, no guardará relación con otras alteraciones, como pudiera ser la enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE). En cualquier caso, siempre es recomendable comentarlo con el pediatra si apreciamos algo anormal.
Es importante distinguir entre la regurgitación y el vómito. Los vómitos son producidos por un mecanismo retrógrado del tubo digestivo que provoca la expulsión del contenido hacia atrás, por tanto cuando esto sucede, notamos el esfuerzo del bebé. En cambio como comentamos anteriormente, en la regurgitación al ser un mecanismo pasivo, sucede sin esfuerzo en el lactante.
Las regurgitaciones generalmente, tienden a desaparecer en torno al año de edad. Se produce una mejoría considerable de estas cuando el niño comienza con la alimentación complementaria.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Tal y como hemos comentado, siempre y cuando el bebé aumente de peso de forma normal y no aparezcan molestias o síntomas asociados, no se necesitará hacer nada en particular. No obstante, hay algunas medidas que pueden ayudar a que el contenido expulsado sea menor, pero no a eliminar esta expulsión por completo.
- Realizar las tomas a demanda, de forma que el bebé no llegue muy hambriento a las tomas, de este modo, evitamos la ansiedad.
- Tras la toma, mantener al bebé en posición vertical antes de acostarlo y ayudarle a la expulsión de los gases.
- No realizar movimientos bruscos con el bebé tras las tomas.
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Estreñimiento
El estreñimiento de lactantes es otro de los trastornos que causan preocupación en las familias. Pero, ¿cómo distinguir el verdadero estreñimiento?
Para muchos de los padres, el hecho de que su bebé no realice varias deposiciones ya es un motivo de preocupación, pero realmente no siempre es estreñimiento.
Podemos hablar de estreñimiento, cuando el bebé realiza deposiciones duras y que además se acompañan de molestias, con independencia del número de veces que hace deposiciones en el día o en días consecutivos.
Existe una variabilidad bastante amplia en la frecuencia y forma de la defecación de los bebés.
Lo más habitual es que en aquellos niños alimentados por lactancia materna, las heces sean frecuentes (generalmente tras cada toma) y que presenten una consistencia blanda o semi-líquida (no es diarrea del lactante), durante sus primeras semanas de vida. Una vez transcurridas estas semanas, generalmente se van distanciando hasta poder ser de una frecuencia entre 1-2 veces/día, siendo en algunos casos hasta de una vez cada varios días.
Aquellos lactantes alimentados con fórmulas infantiles suelen tener una frecuencia menor que se alterna entre 2-3 deposiciones al día o cada 2-3 días, en función del periodo de lactancia en el que se encuentran.
Debemos distinguir el pseudo-estreñimiento o “falso estreñimiento” que es cuando el lactante pasa varios días sin realizar deposiciones, pero no presenta molestias, come de manera normal y el aspecto de sus deposiciones es normal.
Debemos tener en cuenta que el bebe está siendo alimentado únicamente de leche, siendo este un alimento que deja poca cantidad de residuo en el aparato digestivo.
Es cierto que en este “falso estreñimiento” podemos encontrar a nuestro bebé molesto tras algunas tomas, de manera que “gruñe” y en algunas de estas ocasiones no logra realizar deposición. Esto es debido a la probable inmadurez de su aparato digestivo, que presenta cierta descoordinación entre el movimiento del tubo digestivo y la apertura de su esfínter anal.
Generalmente la realización de pequeños masajes en el abdomen del bebé y realizar pequeños movimientos de flexo-extensión de sus piernas (plegar sus piernas sobre el abdomen, simulando postura de defecación), suele producir mejoras.
En aquellos casos en los que las heces del bebé son duras y presenta molestias en su expulsión, podríamos estar hablando de un verdadero estreñimiento y por tanto habría que consultar con su pediatra.
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Cólico del lactante
Otro de los trastornos que causan nerviosismo y alta preocupación en los padres es el conocido cólico del lactante.
Está muy extendida la mala costumbre de relacionar cualquier crisis de llanto que presente el bebé, con el cólico del lactante y, cabe destacar que, aunque es cierto que casi la mitad de los niños de 4 meses lo han padecido, hay que distinguir bien cuando no es el caso.
Se entiende por cólico del lactante aquel episodio de llanto que sucede de manera súbita, acompañado de una rigidez en el tronco o las extremidades (hipertónia), predominando durante la tarde-noche y que no es consolable, es decir, que pese a tomar al bebé en brazos, este no encuentra la calma.
Entre las características que definen estos cólicos encontramos las siguientes:
- Los episodios deben de transcurrir al menos durante 3 días a la semana.
- Con una duración de más de 3 horas diarias en un periodo de al menos 3 semanas.
- Además debe darse en un lactante menor de 4 meses y no se deben de ver afectados el peso y la talla del bebé.
Este trastorno causa un periodo de desesperación en los padres y de gran preocupación ya que suceden las noches sin descanso y sin poder hacer nada que logre aliviar el llanto del niño y su aparente dolor. Por ello es importante saber que este es un proceso que cursa de forma benigna y que desaparecerá por sí mismo en torno a los 4 meses del bebé.
En algunos casos se puede plantear la posibilidad de que existan asociadas otras patologías como el reflujo gastroesofágico, posible alergia a la proteína de la leche de vaca u otras alteraciones. Generalmente con una buena historia clínica detallada y una exploración se puede concretar si el bebé padece o no un cólico, sin necesidad de realizar ninguna prueba complementaria.
En caso de que el bebé padezca cólico del lactante, las medidas de higiene postural son de gran ayuda. Puedes ponerle boca abajo sobre tu brazo con la cabeza apoyada en la flexura de tu codo, de forma que su abdomen descansa en tu antebrazo y puedes realizar así pequeños movimientos de balanceo. Los masajes suaves en su abdomen que se acompañan de la elevación de sus piernas, también producen alivio.
Y por supuesto, tratar de mantener la calma y tranquilizarse ya que el nerviosismo de los padres puede alterar aún más al bebé.
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Gases del lactante
Respecto a los gases, cabe destacar que estos pueden producirse por diferentes motivos y no siempre se relacionan con la entrada de aire durante la toma. Pueden ser ocasionados por un llanto excesivo, por intolerancias o por otros problemas digestivos. Hay que distinguir entre dos tipos de gases: estomacales o intestinales.
Los primeros tienen lugar cuando se produce la entrada de aire durante las tomas o en esos periodos de llanto intenso del bebé. Generalmente se alivian con la expulsión de los mismos. Podemos ayudar al bebé con masajes y movimientos como los indicados en los puntos anteriores.
Los intestinales son aquellos que se originan a causa de la flora intestinal o por las intolerancias, deben ser diagnosticados por el pediatra, pues él será el encargado de determinar si el nivel de gases se encuentra dentro de lo normal o no.
En general, cambiar los hábitos alimenticios del bebé, así como seguir las pautas indicadas en los párrafos anteriores redundará de manera positiva en la reducción de estas molestias.
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